¿Por qué...? restalla el látigo.

Cuando se sacude un látigo, produce un ruido seco, fuerte y muy característico. Esto sucede si al sacudir el látigo aplicamos al extremo del mango una gran energía, que, como no tiene otro camino para moverse que la extensión del propio látigo, avanza por él como una onda en movimiento. Esta energía de movimiento depende de la masa del cuerpo y en mayor proporción de la velocidad del movimiento. Así que, conforme se va desplazando, el grosor del látigo disminuye y la energía encuentra cada vez menos masa. Por ello, como la energía se ha de mantener, aumenta la velocidad. Así pues, si es lanzado con fuerza, el extremo del látigo se desplaza más rápido que la velocidad del sonido. Entonces se produce el choque. Así pues, el látigo rompe la barrera del sonido y produce un fuerte chasquido. Para entenderlo hay que pensar que el aire está formado principalmente por moléculas de nitrógeno y oxígeno, que están vibrando en constante movimiento. Si algún cuerpo se desplaza a través del aire a una velocidad superior, estás moléculas no tienen tiempo de apartarse y se produce el choque sonoro, pues el sonido es aire en vibración.