Aunque para nosotros lo normal es circular por el lado derecho, la conducción por el lado izquierdo es habitual en una cuarta parte del planeta, esto es algo que hoy en día se considera la excepción, pero en otro tiempo fue la norma durante siglos en todas partes del mundo, fuera a pie, en carro o en caballo, los viajeros solían viajar siempre por el lado izquierdo del camino. Los caballeros medievales cabalgaban por el lado izquierdo porque la gran mayoría llevaba espada y el arma se solía sostener con la mano derecha y porque la espada pendía de su lado izquierdo, lo que impedía montar a un caballo por el lado derecho. Era más sencillo defenderse de un ataque por sorpresa si este llegaba por el lado derecho. Esto que ya era una costumbre, se convirtió en una norma expresa a mediados del siglo XIII cuando el Papa Bonifacio VIII (famoso por su frase "todos los caminos conducen a Roma", dicto un edicto por el que todos los peregrinos que acudían a la Ciudad Eterna debían marchar por la izquierda. Durante más de cuatro siglos se mantuvo esta costumbre. Las cosas cambiaron a finales del siglo XVIII, cuando los granjeros comenzaron a usar carros de carga tirados por varios caballos, sentándose ellos en el último caballo a la izquierda para poder usar el látigo. A estos jinetes les resultaba más fácil ver los carruajes que circulaban por el lado derecho. Dado que los nobles se apropiaban del lado izquierdo, el pueblo llano acabó acostumbrándose a viajar por la derecha, también para evitar conflictos con los caballeros. Pero entonces llegó la llama revolucionaria y acabó con la norma decretada por el Papa, dándose empuje al tránsito por la derecha. Los aristócratas, prefirieron no hacerse notar demasiado y comenzaron a transitar también por el lado derecho.
Francia y Dinamarca fueron los primeros en dictar una ley (1793-1794), que estableció la obligatoriedad por la derecha. Poco después, Napoleón se encargó de expandir esta tendencia por Europa.
En Gran Bretaña las cosas siguieron como siempre ya que además de su apego por sus costumbres, era el país que estaba a más resguardo de la influencia revolucionaria francesa. Además apareció una pequeña y confortable carreta tirada por dos caballos con asiento para el cochero, el cual se situó a la derecha del asiento para no molestar a un posible pasajero al blandir el látigo manejado con la mono derecha. El gran éxito de estos vehículos reforzó la perseverancia de los británicos de mantener la tradición de circular por la izquierda de la calzada.
El resto de los países que se mantuvieron fieles a la izquierda lo hicieron por influencia del imperio británico.